El contexto de pandemia que se está viviendo globalmente ha amplificado todas las desigualdades de las que se alimenta el sistema de acumulación de capital; las desigualdades de género; las desigualdades de los regímenes de frontera; las desigualdades de la división internacional del trabajo, entre muchas otras. Al mismo tiempo se han erosionado todos los bienes públicos, como lo muestra el estado de los sistemas de salud en todo el mundo. Esa era y es nuestra normalidad.
Frente a esta situación, los gobiernos de diferentes lugares del mundo promueven de distintas maneras una suerte de vuelta a la normalidad basada en la coerción de los cuerpos, las restricciones, la continuidad de procesos de empobrecimiento y las lógicas necropolíticas. Eso que llamábamos normalidad se ha revelado como una auténtica distopía.
Mientras los gobiernos hablan de volver a la normalidad, o de alcanzar una nueva normalidad, las miradas, cuerpos y empeños de quienes buscamos una transformación emancipadora de esa monstruosa realidad normalizada, construimos paradigmas, alianzas y prácticas que nos orienten hacia otros horizontes.
¿Pero cómo traducir ese deseo potente en pasos concretos, aterrizados, situados? ¿Cómo vacunarnos contra los efectos de una crisis económica mayor que la del 2008 y con unas fuerzas políticas de ultraderecha que pugnan por capitalizar el malestar generado por los
estragos materiales causados por la pandemia?
¿Cómo desviarnos de un regreso a las peligrosas promesas de salvación de los Estados nación para buscar nuevas alianzas y formas de cooperación de escala internacional?
¿Cómo seguir cortocircuitando los espacios de acumulación de capital a costa de nuestros recursos de vida? ¿Cómo sustraer de la mercantilización nuestras casas, barrios, ciudades, pueblos; el agua, el aire, el espacio púbblico, el medioambiente natural y urbano? ¿Cómo hacemos del cuidado una política colectiva y tranformadora que interviene en los horizontes transfronterizos?
¿Cómo sostener la posibilidad abierta de estallidos y revueltas que se han levantado en distintas latitudes contra la normalidad precaria? ¿Qué hacemos para que la distancia física no devenga aislamiento social? ¿Cómo se transforman los repertorios de acción de protesta y articulación en el confinamiento y posterior a este?
¿Cómo defender y proteger bienes públicos (sistemas educativos, instituciones culturales, sistemas de seguridad social, sistemas de salud) y crear otros nuevos, bajo regímenes de administración del común capaces de superar los peligros de sectores “públicos” cada vez más amenazados por las garras de las élites financieras?
¿Cómo salir de una economía financiarizada que pone en el centro la acumulación para articular la organización social en torno a las necesidades y deseos de unas vidas dignas, autónomas, emancipadas?